El gobierno mexicano anunció este miércoles que elevará los aranceles a importaciones de autos de China y otros países asiáticos sin tratados comerciales con México al 50%, el máximo permitido por las reglas de la Organización Mundial del Comercio. Marcelo Ebrard, secretario de Economía, explicó que el objetivo es proteger empleos nacionales y la industria automotriz ante la avalancha de autos chinos que ingresan al mercado a precios muy por debajo de lo que se considera justo —los llamados precios de referencia.
La medida forma parte de un paquete más amplio incluido en el proyecto de presupuesto federal para 2026, que contempla aranceles incrementados para más de 1 400 productos. No se trata solo de automóviles: también se incluyen autopartes, acero, textiles, juguetes, plásticos y calzado. México estima que las nuevas tarifas aplicarán a casi 52 000 millones de dólares en importaciones, lo cual representa alrededor del 8.6% del total del comercio exterior mexicano.
Claudia Sheinbaum, presidenta, y su administración insisten en que los aranceles no buscan conflictos diplomáticos ni tensiones con China u otros países afectados. “Queremos fortalecer la producción nacional”, declaró, subrayando que los ajustes se harán en cumplimiento con las obligaciones internacionales de México. También dijo que ya se han iniciado conversaciones con las embajadas de los países que serán impactados.
Sin embargo, expertos advierten riesgos reales. La inflación podría acelerarse, especialmente en los bienes de consumo que dependen de insumos importados. También existe preocupación de que los compradores finales tengan que cargar con costos mayores, y que sectores manufactureros que usan piezas importadas se vean atrapados entre aranceles altos y cadenas de suministro globalizadas.
Para América Latina, este giro mexicano es un precedente significativo. Señala una mayor disposición de los gobiernos regionales para usar proteccionismo como palanca frente a la competencia global y los desequilibrios en comercio exterior. En un mundo de cadenas de valor que no respetan fronteras nacionales, la medida puede ser efecto dominó para otros países que enfrentan presión similar de sus sectores productivos. Mexico no solo se protege: envía un mensaje de que ya no tolerará lo que considera competencia desigual.
El mando ahora pasa al Congreso, donde las aranceles deben ser aprobados como parte del paquete presupuestal. Queda por verse cómo reaccionará China, si habrá represalias, y cómo se negociarán los acuerdos comerciales pendientes con los Estados Unidos. Pero ya está claro: México ha decidido subir la apuesta, buscar autonomía industrial y redefinir su posición en un comercio global cada vez más polarizado.