iOS 26 ya está casi aquí, trayendo consigo una transformación visual profunda que Apple llama Liquid Glass. No es solo un cambio de skin para tu iPhone: es una apuesta estética y funcional que busca redefinir lo que significa interactuar con un dispositivo, tanto para quien lo mira como para quien lo usa.
La nueva interfaz abandona los esquemas rectos y planos que caracterizaron los últimos años, y adopta elementos translúcidos, bordes redondeados, capas que refractan lo que está debajo, efectos de luz que responden al movimiento y fondos que se asoman por debajo de iconos y menús. Ese material visual “como de vidrio líquido” no solo embellece, sino que busca aportar sensación de profundidad, de continuidad entre lo que haces y lo que ves.
Apple no se quedó en lo superficial. Liquid Glass se extiende a herramientas que usas todos los días: la pantalla de bloqueo, los widgets, los iconos, los menús de control, notificaciones, la app Teléfono, Mensajes y más. Incluso los elementos de navegación como barras laterales o de pestañas cambian su tamaño al desplazarte, haciendo espacio cuando lo necesitas y reduciéndose inteligentemente cuando priorizas ver contenido.
Pero claro, no todo es embriaguez visual: algunos usuarios —y muchos diseñadores— advierten problemas en la lectura: transparencia excesiva, contraste bajo, dificultad para distinguir iconos cuando el fondo y los efectos compiten por la atención. Apple respondió incluyendo opciones de accesibilidad para disminuir esas transparencias, cambiar contrastes, ajustar visibilidad, y mitigar lo que para algunos podría convertirse en fatiga visual.
El rediseño también tiene implicaciones más allá de lo estético. Es una señal de hacia dónde va el ecosistema Apple: una unificación visual de todos los sistemas operativos (iOS, iPadOS, macOS, watchOS, tvOS), un nuevo lenguaje de diseño que exige hardware capaz, exige ajuste fino de desarrolladores, y pone la expectativa alta frente al rendimiento del dispositivo. No todos los modelos previos soportan estas mejoras en plenitud; hay dispositivos que quedan fuera de algunas animaciones o efectos por limitaciones técnicas.
En pocas palabras: Liquid Glass no es un simple cambio cosmético, sino una apuesta de Apple por fusionar forma y función, estética y uso diario. Si tu iPhone pronto adopta esta apariencia brillante y translúcida, prepárate para una experiencia que puede fascinar —y desafiar— tus ojos. Porque reinventar lo visual no solo cambia lo que ves, sino cómo interactúas con lo que usas cada día.