Aeroméxico ha iniciado un nuevo despegue financiero tras anunciar su regreso a los mercados bursátiles de México y Estados Unidos, con una oferta pública inicial y colocación privada por hasta 314 millones de dólares, más de tres años después de haber salido de la bancarrota. La noticia, confirmada por El Financiero y Bloomberg, marca el cierre de uno de los capítulos más turbulentos en la historia reciente de la aviación mexicana y el renacimiento de la aerolínea bandera del país bajo un nuevo modelo de capital e inversión global.
Respaldada por Apollo Global Management y con Delta Air Lines aún como accionista clave, Aeroméxico busca cotizar de manera simultánea en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) y en la Bolsa de Nueva York (NYSE), una jugada que apunta a consolidar su perfil binacional y su posición estratégica en el mercado de Norteamérica. La oferta incluye American Depositary Receipts (ADR) valuados entre 18 y 20 dólares cada uno, representando 73.9 millones de acciones ordinarias, además de un bloque adicional ofrecido por inversionistas institucionales.
En el punto máximo de la operación, la empresa alcanzaría una valuación de mercado superior a los 2,900 millones de dólares, una cifra que refleja la confianza de los mercados en la recuperación del sector aéreo tras los años de pandemia y reestructuración. El fondo PAR Investment Partners LP adquirirá un paquete por 25 millones de dólares en una colocación privada, mientras Delta acordó un periodo de bloqueo de acciones hasta 2029, lo que refuerza su compromiso de largo plazo.
El regreso de Aeroméxico ocurre en un momento de revitalización para el mercado bursátil mexicano, que vive un resurgimiento tras casi una década de sequía en nuevas emisiones. A la reciente salida de Fibra Next, la mayor oferta en siete años, y la entrada de Grupo Nutrisa como empresa independiente, se suma ahora una compañía con peso simbólico e histórico. Su retorno no sólo dinamiza la Bolsa, sino que envía una señal de madurez a un ecosistema financiero que busca recuperar atractivo frente a otros mercados emergentes.
Más allá de la cifra, el regreso de Aeroméxico tiene un valor emocional y estratégico: simboliza la resiliencia de una marca que sobrevivió a la tormenta perfecta —pandemia, deuda y bancarrota— y logró rediseñarse sin perder su identidad. Ahora, bajo una estructura corporativa más ágil y con una visión global, la aerolínea no sólo busca levantar vuelo financiero, sino también reafirmar su papel como embajadora del aire mexicano.
El mercado observará de cerca si este nuevo despegue se traduce en estabilidad sostenida. Pero, por ahora, Aeroméxico vuelve a volar alto, convertida en metáfora de un país que también busca reinsertarse con fuerza en los circuitos internacionales de confianza y crecimiento.