Revolut, la fintech británica que redefinió la banca digital en Europa, acaba de dar un paso estratégico hacia América Latina. La Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) de México aprobó su licencia para operar como institución financiera, allanando el camino para competir directamente con gigantes regionales como Nubank y Mercado Libre. Con este movimiento, el país se convierte en el centro de operaciones de Revolut en la región y el punto de partida de su ofensiva latinoamericana.
La autorización permite a la empresa ofrecer cuentas digitales, transferencias internacionales, tarjetas de débito y servicios de inversión en una plataforma integrada, bajo el modelo de “banco sin sucursales” que la consolidó en Europa. Revolut buscará captar a la nueva clase media digital mexicana, que se mueve con fluidez entre el efectivo y los pagos móviles, un mercado de más de 80 millones de personas con acceso a internet y un creciente apetito por servicios financieros alternativos.
México representa más que una expansión geográfica: es la entrada a un ecosistema financiero donde las fintech están transformando la relación del público con el dinero. Nubank, de origen brasileño, ya supera los 100 millones de usuarios en la región, y Mercado Pago domina el universo del comercio electrónico. Revolut intentará diferenciarse apostando por su experiencia en gestión global, su tecnología multicurrency y su oferta de inversiones fraccionadas en criptoactivos y acciones internacionales.
Para la CNBV, la llegada de Revolut confirma el atractivo del marco regulatorio mexicano para las tecnofinanzas, pese a las presiones inflacionarias y la volatilidad cambiaria. El sector fintech local ha crecido más del 20 % anual desde 2020, y la competencia entre neobancos está llevando la inclusión financiera a niveles inéditos. En ese contexto, la entrada de un jugador global con más de 45 millones de usuarios activos en 38 países eleva la vara del sector.
Revolut no oculta sus ambiciones. En sus comunicados recientes, la firma afirmó que su meta es “crear la primera superapp financiera de América Latina”, un espacio donde los usuarios puedan ahorrar, invertir, pagar y enviar dinero sin fronteras. La compañía prevé invertir más de 100 millones de dólares en su primera fase de expansión, con equipos locales en Ciudad de México y São Paulo, y alianzas con comercios y plataformas de pago.
El desembarco no estará exento de desafíos. Los consumidores latinoamericanos, marcados por experiencias de fraude y desconfianza bancaria, exigen una combinación delicada de innovación y credibilidad. Además, las autoridades financieras de la región han mostrado un creciente celo regulatorio hacia las empresas que operan modelos híbridos entre banca y tecnología.
Aun así, la apuesta de Revolut llega en un momento clave. Mientras los bancos tradicionales intentan adaptarse a la era digital y los neobancos regionales consolidan su liderazgo, el mercado latinoamericano se perfila como la próxima frontera de la revolución financiera global. México, epicentro de esa transformación, se convierte ahora en el escenario donde el nuevo jugador buscará demostrar si su promesa de democratizar las finanzas puede sostenerse frente a los titanes del continente.
Revolut no solo llega para competir: llega para probar si el modelo europeo de banca digital puede sobrevivir —y prosperar— en el terreno más desafiante y dinámico del planeta financiero.
