América Latina y el Caribe recibieron 188.000 millones de dólares en inversión extranjera directa (IED) durante 2024, lo que representa un crecimiento del 7,1 % respecto al año anterior. Sin embargo, detrás de ese incremento alentador se esconde una señal de advertencia: los nuevos flujos de capital muestran signos de estancamiento, según reveló esta semana un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El estudio, publicado desde Santiago de Chile, pone el foco en una paradoja: la región sigue atrayendo capital, pero no necesariamente está generando proyectos nuevos o sostenibles a largo plazo. La concentración geográfica, la dependencia de sectores extractivos y la falta de transformación productiva amenazan con frenar el impulso logrado tras la pandemia. Más del 60 % de la IED regional se concentró en solo dos países: Brasil y México. Brasil captó 66.000 millones de dólares, impulsado por sectores como energía, agroindustria y finanzas. México, por su parte, recibió 46.000 millones, con fuerte tracción en manufactura, automotriz y nearshoring.
Pero el mapa también mostró movimientos notables en otras economías:
Según la secretaria ejecutiva de la CEPAL, José Manuel Salazar-Xirinachs, el crecimiento de 2024 es positivo pero frágil. “La región necesita mejorar la calidad de la inversión, no solo la cantidad. Lo preocupante es que la inversión nueva, destinada a proyectos de largo plazo y valor agregado, se está estancando”. La advertencia es clara: si América Latina no diversifica su base productiva y reduce su dependencia de commodities, corre el riesgo de perder competitividad frente a Asia y otras regiones emergentes.
La mayoría de los capitales continúa concentrándose en recursos naturales y sectores extractivos, lo cual, si bien garantiza entradas millonarias en el corto plazo, no promueve la innovación, la resiliencia económica ni el empleo calificado. Sectores como energía limpia, electromovilidad, biotecnología y economía digital reciben apenas una fracción de los recursos totales. La CEPAL insta a los gobiernos a diseñar estrategias industriales activas y sostenibles, capaces de atraer inversión en sectores de futuro, generar encadenamientos productivos y elevar la productividad.
La inversión extranjera sigue siendo una fuente clave de financiamiento y modernización tecnológica para América Latina. Pero el informe advierte que sin reglas claras, estabilidad política, instituciones sólidas y visión estratégica, la región continuará atrapada en ciclos de auge y caída. Además, la competencia internacional por capitales se ha intensificado. Países del sudeste asiático, Europa del Este y África están ofreciendo incentivos agresivos, marcos regulatorios estables y mano de obra calificada para captar flujos que antes iban a América Latina.
El informe concluye con una señal de alerta: la región está en un momento bisagra. Si logra transformar sus estructuras productivas, fortalecer la integración regional y alinear la inversión extranjera con objetivos de desarrollo sostenible, el 2024 podría ser el inicio de una nueva etapa de crecimiento. De lo contrario, el crecimiento del 7 % será apenas un espejismo estadístico. En palabras de la CEPAL: “Lo que América Latina necesita no es más inversión, sino mejor inversión. Inversión que transforme, no solo que extraiga”.