Con la elegancia discreta que definió su legado, Giorgio Armani falleció este 4 de septiembre de 2025, a los 91 años, dejando tras de sí un imperio estilístico que transformó la moda mundial. Creador de un universo minimalista impregnado de sofisticación, soñó con hacer del vestuario un puente entre lo íntimo y lo icónico, y lo logró.
Armani, a menudo llamado "Re Giorgio", fue más que un diseñador: fue arquitecto del estilo contemporáneo. Sus chaquetas desestructuradas, nacidas en los setenta, redefinieron el guardarropa masculino, exaltando la comodidad sin restar elegancia. Esa visión universal y atemporal lo convirtió en el símbolo viviente del estilo italiano, un referente obligado en alfombras rojas, oficinas y estudios de cine.
Pero detrás del modesto trazo del diseño existía la precisión de un empresario que supo combinar arte con estrategia. Fundó su casa de moda en 1975 y la condujo durante cinco décadas con mano firme, manteniéndola independiente y generando alrededor de 2.300 millones de euros anuales.
En los días previos a su despedida, Armani compartió un sentimiento profundo: su único arrepentimiento fue haber dedicado demasiado al trabajo y no lo suficiente a la familia y los amigos. Sin embargo, mostró confianza en quienes continuarán su legado: Leo Dell’Orco, miembros de su familia y colaboradores cercanos. “Habrá un Armani después de Armani”, afirmó como una promesa de continuidad.
La moda global lamenta la pérdida de un visionario. Desde la primera ministra italiana Giorgia Meloni, que lo agradeció por irradiar lo mejor del país en el mundo, hasta sus pares creadores como Donatella Versace o Valentino Garavani —quien lo recordó como amigo, nunca rival—, las palabras de admiración nacieron desde el corazón.
Armani murió en paz, en su hogar en Milán, rodeado de seres queridos, entregado hasta el último día a su obra y sus proyectos. Una capilla ardiente se instalará en el Teatro Armani en los próximos días, seguida de una ceremonia privada, como él lo deseó.
La partida de Giorgio Armani resuena con una intensidad elegante e inquebrantable. En su legado habita una lección clara: el diseño no es solo vestir cuerpos, sino dotar a las personas de identidad, confianza y presencia. Su estilo, contenido, silencioso, permanece. Su huella, indeleble.
