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Política Internacional

Veintiséis naciones prometen garantías de seguridad para Ucrania tras la guerra

La fórmula incluye el despliegue de una fuerza internacional compuesta por tropas, presencia marítima y aérea, activada apenas finalice el conflicto armado.


En un momento clave para la seguridad global, una coalición de 26 países ha comprometido garantías postbélicas a favor de Ucrania, anunciadas por el presidente francés Emmanuel Macron el jueves en París. La fórmula incluye el despliegue de una fuerza internacional de “reaseguranza” compuesta por tropas, presencia marítima y aérea, activada apenas finalice el conflicto armado.

El propósito es doble: infundir confianza en la resistencia ucraniana y disuadir futuras agresiones rusas. Macron señaló que parte de los estados desplegarán efectivos sobre el terreno, mientras otros contribuirán desde afuera, con apoyo logístico, entrenamiento y equipamiento.

El compromiso adquirido en París fue seguido por una llamada con el presidente Donald Trump, quien transmitió respaldo norteamericano y prometió concretar aportes durante los próximos días.

Según el presidente Volodymyr Zelenskiy, la escala del apoyo podría incluir el despliegue de miles de efectivos dentro de Ucrania —un paso sin precedentes en la cooperación militar de la posguerra—, aunque los detalles aún no están definidos.

La reacción en Moscú fue contundente. Vladimir Putin advirtió que estas tropas aliadas serían “objetivos legítimos”, incluso si fueran enviadas después de acordar la paz. Su mensaje resalta la tensión latente y la incertidumbre que persiste en torno a esta iniciativa.

Este desarrollo representa una nueva doctrina de respaldo colectivo: no se trata solo de asistencia militar o sanción, sino de construcción activa de condiciones de estabilidad duradera. En la región, aún frágil ante tensiones similares y pendiente de reforzar su propia geopolítica emergente, la lección es clara: la prevención no se improvisa —se pacta, se anticipa, y se sostiene más allá del conflicto.

Este compromiso europeo —combinado con la promesa norteamericana y el rechazo ruso— marca un punto de inflexión declarativo. Sin embargo, su efectividad dependerá de que los aliados respeten el cronograma, refuercen la credibilidad democrática y logren consensos prácticos, no solo simbólicos.

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