En una revelación que reconfigura la percepción global sobre la lucha antidrogas, una investigación de Reuters desentraña el rol secreto y clave de la CIA en la guerra contra los cárteles mexicanos. Desde los años noventa, la agencia ha capacitado, equipado y coordinado operaciones con unidades élite del Ejército y la Marina mexicanos, cambiando la dinámica del combate al narco sin dejar rastros visibles del poder que se movía tras bambalinas.
Este esfuerzo de colaboración, mantenido bajo estricto sigilo, se consolidó en misiones decisivas, como la captura de Ovidio Guzmán, hijo del emblemático capo “El Chapo”. Con apoyo de inteligencia estadounidense —incluidos sofisticados sistemas de vigilancia y agentes infiltrados— se armó un “paquete de objetivos” que permitió a fuerzas mexicanas, entrenadas por la CIA, cercar y detener al joven criminal.
El foco de estos esfuerzos se intensificó con el repunte de muertes por fentanilo en Estados Unidos; la CIA redobló su atención sobre México, integrando mayor tecnología y recursos a operativos locales. Sin embargo, el resultado de esta estrategia ha sido ambivalente: aunque se logró romper estructuras criminales, también se desató una fragmentación violenta entre bandas, alimentando la inestabilidad securitaria que hoy padece el país.
Los críticos cuestionan la pertinencia de una estrategia militarizada inspirada en tácticas antiterroristas. Dicen que no detuvo el flujo de fentanilo ni disminuyó los niveles de violencia. Y advierten que el protagonismo estadounidense en suelo mexicano, aunque encubierto, pudo influir en decisiones y dinámicas de seguridad más allá de la soberanía nacional.
Este episodio amerita una reflexión profunda. La narrativa de seguridad regional ya no se escribe solo en oficinas oficiales: también se construye en sombras, donde convergen intereses transfronterizos y urgencias de control que contagian —sin aviso— la paz social. Enfrentar la violencia exige inteligencia, puertas abiertas al diálogo y no solo operaciones encubiertas que, de no abordarse con transparencia, terminan minando la confianza democrática.
