Durante dos décadas, el SEO fue el corazón del periodismo digital. Palabras clave, títulos optimizados y estructuras pensadas para agradar a Google se convirtieron en reglas sagradas de una industria que aprendió a escribir para los algoritmos antes que para los lectores. Pero ese reinado ha comenzado a tambalearse. En su lugar emerge una nueva lógica: el GEO. Ya no se trata de “Search Engine Optimization” sino de “Generative Engine Optimization”. Es decir, optimizar para que ChatGPT y sus similares recomienden tus contenidos.
La inteligencia artificial generativa ha alterado las rutas tradicionales de descubrimiento. Millones de usuarios ya no escriben preguntas en Google, sino que se las formulan a modelos de lenguaje. Preguntan qué ver, qué leer, a quién seguir, cómo interpretar las noticias. Y lo hacen esperando respuestas inmediatas, curadas y conversacionales. En este nuevo ecosistema, el viejo SEO pierde poder, y los medios que entiendan el cambio tendrán la ventaja.
El “GEO” propone un nuevo campo de batalla: el de ser citado, interpretado o resumido por los sistemas de IA. Aquí el contenido debe ser no solo certero y bien escrito, sino entrenado para ser “leído” por algoritmos generativos. No basta con aparecer en la primera página de resultados; ahora se trata de ser la fuente que los sistemas de inteligencia artificial utilizan para construir sus respuestas.
El cambio no es menor. Implica redefinir estrategias editoriales, modos de redacción y estructuras técnicas. Significa pensar en la credibilidad algorítmica: ¿es esta una fuente fiable para un modelo de lenguaje? ¿Es esta una publicación con autoridad y contexto suficiente como para ser “citada” por una IA?
Mientras Google lucha por mantenerse como la puerta de entrada a la web, las plataformas generativas están convirtiéndose en los nuevos curadores de contenidos. No enlazan, sintetizan. No te llevan a un sitio, te dan la respuesta. El modelo de negocio, por tanto, se transforma. Y el periodismo se enfrenta a una encrucijada: adaptarse o desvanecerse.
Los medios que sobrevivan serán los que entiendan que la visibilidad ya no se gana solo con clics, sino con confianza algorítmica. Los que mantengan su integridad editorial mientras entrenan a sus contenidos para conversar con una nueva generación de lectores: los modelos de IA.
El SEO no ha muerto del todo, pero su hegemonía sí. Y mientras el algoritmo de búsqueda pierde poder, el de generación gana terreno. La nueva era no será de quienes griten más fuerte, sino de quienes sean capaces de susurrar al oído de la inteligencia artificial.
