Miami vuelve a encabezar la lista de UBS como la ciudad global más expuesta a una burbuja inmobiliaria, un título que ostenta por segundo año consecutivo. El informe, que analiza precios de vivienda frente a ingresos, relación entre renta y propiedad, tasas hipotecarias y niveles de construcción, otorgó a la ciudad un puntaje de 1.73, colocándola en la zona de “alto riesgo”. La advertencia es clara: en Miami, los precios se han desligado de los fundamentos económicos. Mientras las viviendas se dispararon un 25% en los últimos cinco años ajustados a la inflación, los ingresos apenas crecieron un 5% y las rentas un 10%.
Este desajuste refleja una tensión latente: la ciudad brilla como destino por su atractivo costero y beneficios fiscales, atrayendo a nuevos residentes desde el noreste y el oeste del país, pero su dinamismo esconde una fragilidad estructural. UBS señala que aunque el crecimiento de precios podría desacelerar e incluso volverse negativo en los próximos trimestres, una corrección abrupta aún no se vislumbra. Miami se sostiene en la promesa de un estilo de vida globalizado, donde el sol y los impuestos bajos siguen siendo un imán más poderoso que la prudencia financiera.
El contraste con otras metrópolis estadounidenses es revelador. Los Ángeles figura en “riesgo elevado” con un puntaje de 1.11, atrapada por la brecha entre el precio de compra y el costo de renta. San Francisco y Nueva York, pese a su encarecimiento crónico, permanecen en la categoría de bajo riesgo gracias a un repunte económico y laboral que amortigua la presión sobre la vivienda. Miami, en cambio, lidera un ranking que no celebra, sino que advierte. En la ciudad donde los rascacielos parecen multiplicarse junto al mar, la burbuja no es metáfora, sino una amenaza tangible que acecha bajo el brillo de su horizonte.