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Netflix tambalea en Wall Street y América Latina teme un golpe a su industria audiovisual

Anuncia Trump que impondrá un arancel del 100 % a las películas realizadas fuera de Estados Unidos.


El anuncio del presidente Donald Trump de imponer aranceles del 100 % a las películas hechas en el extranjero agitó los mercados el lunes, y Netflix —uno de los gigantes globales del streaming— fue centro de esa sacudida. Las acciones de la empresa sufrieron una caída inicial tras la noticia, aunque luego rebotaron con fuerza.

Detrás del vaivén bursátil hay un temor claro: ese tipo de medida podría erosionar la estructura de ingresos de Netflix, cuya oferta de contenido depende en gran parte de producciones internacionales. Si los aranceles encarecen los derechos o complican los flujos de distribución, el modelo de negocios se ve tensionado. Pero el mercado no reaccionó con un pánico sostenido. La recuperación parcial de la acción sugiere que los inversores buscan matices: aunque una arremetida proteccionista puede dañar el balance de costos, también hay quienes estiman que la medida no avanzará en su forma más extrema o que Netflix tiene margen de maniobra para renegociar con socios internacionales.

El impacto potencial va más allá de Wall Street. América Latina, convertida en una de las canteras creativas más poderosas de Netflix y otras plataformas, quedaría directamente expuesta. La región ha vivido un auge en la producción audiovisual con series y películas que conquistaron audiencias globales desde México, Brasil, Argentina y Colombia. Títulos como Roma, La Casa de las Flores o El marginal demostraron que el talento latinoamericano no solo es exportable, sino competitivo frente a las grandes producciones estadounidenses y europeas. Un arancel de esa magnitud encarecería la circulación de estas obras en Estados Unidos, limitando su alcance y poniendo en riesgo inversiones que dependen justamente de la visibilidad global.

Para los productores latinoamericanos, el riesgo es doble: se reducirían tanto los incentivos de Netflix para adquirir y distribuir contenidos en la región como la posibilidad de acceder a su mayor mercado. Esto podría provocar un efecto dominó en la industria local, con menos rodajes financiados, menor generación de empleo y un freno al proceso de internacionalización que tantas economías culturales de la región habían comenzado a consolidar.

La tensión, en todo caso, está servida. En un contexto en el que las plataformas compiten a nivel global y el contenido fluye más allá de fronteras, que un actor político plantee barreras comerciales radicales genera incertidumbre sobre el futuro del streaming transnacional. Netflix —y con ella toda la industria audiovisual, especialmente la latinoamericana— queda en la línea de fuego. En los próximos días habrá que mirar de cerca las declaraciones de Trump, las reacciones del Congreso y, sobre todo, los balances financieros de la compañía. Lo que está en juego no es solo la estrategia de una empresa, sino la posibilidad de que América Latina siga proyectando su voz cultural en el mayor escaparate del entretenimiento mundial.

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