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Ciencia y Salud

Epidemias silenciosas, amenazas emergentes y la carrera por una ciencia que nos salve

Hoy más que nunca, la salud pública está en el centro de la encrucijada entre ciencia, ambiente y política.


Mientras el mundo sigue pendiente de guerras, elecciones y mercados financieros, un enemigo mucho más silencioso avanza sin pausa. Brotes zoonóticos, virus olvidados y crisis sanitarias invisibles están empujando los límites del sistema inmunológico humano —y del sistema de salud global. Las alarmas suenan desde Asia hasta América Latina, no con estridencia mediática, sino con cuerpos febriles, sistemas colapsados y científicos que trabajan contra reloj.

Hoy más que nunca, la salud pública está en el centro de la encrucijada entre ciencia, ambiente y política.



Nipah y Oropouche: virus emergentes, amenazas latentes

En el sur de India, el virus Nipah ha causado ya varias muertes en 2025. Transmitido por murciélagos frugívoros y con una mortalidad de hasta el 75 %, este patógeno —catalogado por la OMS como prioritario por su potencial pandémico— se transmite de animales a humanos y luego de persona a persona, causando inflamación cerebral aguda, convulsiones y, en muchos casos, la muerte.

Simultáneamente, América Latina enfrenta la expansión silenciosa del virus Oropouche, una enfermedad tropical poco conocida pero devastadora. Transmitido por diminutos mosquitos, ha infectado a decenas de miles de personas en países como Brasil, Perú y Bolivia. La fiebre, los dolores articulares y los síntomas neurológicos pueden ser severos. Lo alarmante es que, al igual que Nipah, Oropouche está vinculado al desequilibrio ambiental: deforestación, urbanización sin control y cambio climático crean el caldo de cultivo perfecto para su propagación.

Estos brotes revelan una falla estructural en la vigilancia epidemiológica mundial. La salud ambiental ya no es un asunto ecológico; es una cuestión de supervivencia.


 

Dengue: el regreso brutal de un viejo enemigo

Mientras los virus emergentes captan atención científica, el dengue —una enfermedad endémica— está causando estragos a una escala histórica. América Latina registra cifras récord en 2024 y 2025, con más de 13 millones de casos y casi 10.000 muertes. Brasil, Argentina, Colombia y Paraguay encabezan la lista de contagios. El mosquito Aedes aegypti, favorecido por el calor extremo y las lluvias intensas, ha expandido su alcance incluso a zonas que antes no eran consideradas de riesgo.

La tragedia no solo está en las cifras, sino en la desigualdad con que golpea: barrios sin agua potable, hospitales saturados, niños sin diagnóstico oportuno. El dengue no es una novedad, pero sí una catástrofe anunciada. En la lucha contra las enfermedades, lo global —otra vez— empieza en lo local.


 

Ciencia contra el reloj: vacunas, inteligencia artificial y esperanza

Frente a estas amenazas, la ciencia no se rinde. Nuevas vacunas contra el dengue, basadas en ARN mensajero, están en fase avanzada. Investigadores exploran inmunizaciones combinadas que protejan contra múltiples arbovirus. Plataformas de inteligencia artificial están siendo empleadas para modelar brotes y predecir zonas de riesgo con semanas de anticipación.

Además, el desarrollo de vacunas universales contra virus zoonóticos, como la familia henipavirus a la que pertenece Nipah, ya ha recibido financiamiento internacional. El acceso equitativo a estos avances será clave: la innovación debe ir de la mano con la justicia sanitaria.


 

Lo que está en juego: no es solo salud, es el futuro

El mundo está viviendo una era de convergencia peligrosa: cambio climático, pérdida de biodiversidad, urbanización desordenada y sistemas de salud frágiles. Los virus no respetan fronteras, y el próximo brote global puede comenzar en una aldea olvidada o en un barrio periférico.

La salud ya no puede verse como un tema sectorial. Es infraestructura, es economía, es geopolítica. Y es también una carrera contra el tiempo.

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