Hamas liberó este lunes a los veinte secuestrados sobrevivientes como parte del acuerdo de paz impulsado por la administración de Donald Trump, una negociación que podría marcar el cierre formal del conflicto y reconfigurar el equilibrio político en Medio Oriente.
El proceso comenzó horas antes de la llegada de Trump a Israel. Los primeros siete cautivos fueron entregados al Comité Internacional de la Cruz Roja a las ocho de la mañana, seguidos por los trece restantes dos horas después. Los liberados fueron trasladados a territorio israelí, recibidos por sus familias y luego enviados a hospitales para tratamiento médico tras más de setecientos días en túneles subterráneos, sin atención sanitaria ni alimento suficiente.
A cambio, Israel liberará a 250 prisioneros palestinos condenados a cadena perpetua y a otros 1,700 detenidos tras los ataques del 7 de octubre de 2023. La medida no incluye a los combatientes de Hamas implicados directamente en las masacres de ese día ni a figuras emblemáticas como Marwan Barghouti.
El pacto contempla además la recuperación de los cuerpos de veintiocho rehenes fallecidos —entre ellos dos ciudadanos estadounidenses— mediante una misión internacional que buscará restos bajo los escombros de Gaza. “Veinte familias se libran hoy de la angustia del no saber, pero el duelo de los que no volverán será eterno”, dijo el enviado de la Casa Blanca, Steve Witkoff.
Trump calificó el acuerdo como “el mayor logro de su política exterior”, al declarar oficialmente el fin de la guerra en Gaza. La escena, sin embargo, deja abiertas heridas más hondas: un país que celebra la vida de unos pocos mientras asume el costo humano y político de un conflicto que cambió para siempre la región. En las calles de Tel Aviv, la alegría y el alivio se mezclan con una sola pregunta: si esta paz naciente será el cierre de una era o solo una tregua en una historia que aún no termina.
