El 2025 ha reafirmado algo que muchos anticipaban: el mundo vuelve a viajar con intensidad, pero ya no de la misma manera. Las «metrópolis eternas» —como Francia, España o Estados Unidos— siguen ocupando los primeros lugares en llegada de visitantes, pero emergen nuevas joyas menos exploradas o subvaloradas que capturan la atención de viajeros ávidos de autenticidad y sorpresa.
Francia conserva el liderato como país más visitado en 2025, al recibir cerca de 90 millones de turistas internacionales, seguida de España con más de 83 millones y Estados Unidos en tercer lugar. Pero la radiografía actual del turismo no se reduce a volúmenes: revela voluntad de cambio. Osaka, Japón, se corona como la ciudad con mayor crecimiento en reseñas de viajeros, superando incluso mercados tradicionales del turismo urbano. En paralelo, destinos egipcios como Hurghada y Sharm El Sheikh están entre los más buscados para el verano de 2025, gracias a su combinación de sol, inmersión cultural y precios atractivos.
Las tendencias del año apuntan a un viajero más exigente. El turismo sostenible se ha consolidado como criterio central: no basta con visitar, hay que hacerlo con responsabilidad. La demanda por experiencias locales auténticas, inmersivas y menos guiadas crece con fuerza. También se observa una preferencia por «viajes fríos» —destinos con clima templado o altas latitudes— frente al tradicional trópico veraniego; eso explica el auge de rutas hacia Japón, el norte europeo o destinos asiáticos templados. El turismo gastronómico y cultural gana terreno: viajeros seleccionan destinos por su legado artístico, cinematográfico o culinario antes que por su colosal infraestructura.
Este panorama tiene implicaciones profundas. Los destinos que antes apostaban solo por masa hoy deben repensar su oferta. Las economías locales descubren que el exceso de visitantes puede superar su capacidad de gestión, tensionar servicios básicos y degradar el patrimonio que atrajo al turista. Al mismo tiempo, ciudades emergentes como Osaka, Kuala Lumpur o Buenos Aires ganan protagonismo como alternativas frescas, menos explotadas pero con alto valor de descubrimiento.
En esa geografía de contrastes, el 2025 no solo será recordado por cifras récord de movilidad, sino por el ajuste de las brújulas del viajero: no basta con ir lejos, hay que ir con sentido. Los destinos que entiendan ese matiz serán los que sobrevivan primero al paso del tiempo.
