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La histórica bienvenida al nuevo gobierno liberal en Seúl bajo el presidente Lee Jae Myung, que incluyó el cese inmediato de la propaganda por altavoces y la cancelación de campañas de propaganda en globo sobre la frontera, parecía abrir una ventana a la paz. Sin embargo, Kim Yo Jong, la poderosa hermana del líder norcoreano Kim Jong Un, ha dado un golpe de realidad: Corea del Norte no está interesada en diálogo alguno. Según la agencia estatal KCNA, cualquier propuesta de reconciliación será considerada una “gran equivocación” y carece de utilidad a sus ojos .
La hermana de Kim añadió que ni el discurso de Seúl ni el fin de los gestos simbólicos alteran la alianza con Washington, que para Pyongyang define la invariable hostilidad surcoreana. A su juicio, las acciones del nuevo gobierno son una ilusión poética, un intento vano de “revertir consecuencias con pocas palabras sentimentales” .
Este giro llega tras el abandono oficial, en 2024, del discurso de reunificación pacífica por parte de Corea del Norte, que declaró a Sur como enemigo y revisó su constitución para reflejar esa ruptura definitiva .
Desde Seúl, el Ministerio de Unificación sostiene que persistirá en sus esfuerzos de diálogo, incluso proponiendo discutir ajustes a los ejercicios militares conjuntos con EE. UU. Ante la expulsión diplomática de gestos hostiles, Corea del Sur busca recomponer la confianza, aunque consciente de que Pyongyang parece cerrada a toda negociación .
Este episodio redefine las relaciones intercoreanas bajo un signo de desafío irreversible. Las posturas enfrentadas, una sin interés en diálogo y otra persistente en treguas institucionales, reflejan una línea divisoria que va más allá de la retórica política: es una fractura histórica cuyo impacto regional exige atención internacional rigurosa.