Francia se ha posicionado como el primer miembro del G7 en reconocer al Estado de Palestina, marcando un giro histórico en la diplomacia occidental. El presidente Emmanuel Macron anunció que este reconocimiento se hará efectivo en septiembre, durante la Asamblea General de la ONU, con la esperanza de revitalizar las negociaciones de paz en Medio Oriente e impulsar a otros países a seguir su ejemplo. Macron enfatizó que este compromiso es parte de una estrategia multilateral centrada en la solución de dos Estados, subrayando que la paz duradera requiere el fin del conflicto en Gaza, un alto el fuego inmediato, ayuda humanitaria masiva, la desmilitarización de Hamas y la reconstrucción de los Territorios Palestinos.
La decisión de Francia generó una respuesta inmediata y enérgica de Israel. El primer ministro Benjamín Netanyahu calificó el anuncio de "premio al terrorismo", argumentando que pondría en riesgo la seguridad de Israel y fomentaría la expansión de actores hostiles en la región. El ministro de Defensa, Israel Katz, lo tildó de "rendición ante el terrorismo" y advirtió que Israel no permitirá la consolidación de una entidad que amenace su existencia. Por su parte, la administración estadounidense expresó su oposición a reconocimientos unilaterales, alertando sobre posibles efectos adversos en la política exterior y la estabilidad regional. Diplomáticos franceses han intensificado sus esfuerzos para persuadir a aliados como Reino Unido, Alemania y Canadá de unirse a este movimiento antes de la cumbre de paz en la ONU. Hasta la fecha, 147 de los 193 países miembros de la ONU han reconocido a Palestina, pero Francia es el primero del G7 en hacerlo, lo que podría marcar un punto de inflexión en la legitimación diplomática de Palestina.
En paralelo, el Reino Unido ha dado un paso significativo al anunciar su disposición a reconocer formalmente al Estado de Palestina en septiembre, a menos que Israel acceda a un alto el fuego verificable en Gaza. Esta medida, impulsada por la creciente presión parlamentaria y el hartazgo político ante la escalada de violencia, representa una redefinición explícita de la postura británica. Londres ha advertido que si el gobierno de Benjamin Netanyahu no pone fin a las operaciones militares en Gaza para septiembre, procederá a reconocer unilateralmente a Palestina como Estado soberano. Esta decisión responde tanto a la crisis humanitaria como a una percepción estratégica a largo plazo, con funcionarios gubernamentales expresando frustración por la falta de avances en el proceso de paz y el aumento de la tensión entre comunidades musulmanas y judías en el Reino Unido. También es un mensaje a Estados Unidos de que Europa podría asumir un liderazgo diplomático que Washington ha evitado.
La reacción israelí a la postura británica fue de "chantaje diplomático", advirtiendo que el reconocimiento de Palestina sin condiciones podría alimentar el extremismo. Desde Ramallah, el anuncio fue recibido con júbilo, considerándolo un "paso valiente" hacia la justicia histórica. Si el Reino Unido concreta el reconocimiento, sería el primer miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU en hacerlo sin una resolución multilateral, lo que podría abrir la puerta a una cascada de reconocimientos en Europa y América Latina, redefiniendo el tablero geopolítico en Medio Oriente. En un contexto de desesperanza, guerra prolongada y colapso humanitario en Gaza, la decisión británica, al igual que la francesa, reaviva el debate sobre si la paz en Medio Oriente necesita más negociaciones o más actos de reconocimiento. Ambos países han optado por lo segundo, apostando que la legitimación simbólica puede forzar realidades políticas y, quizás, cambiar el rumbo de la historia.