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Negocios Política

El Futuro del T-MEC en Norteamérica: Entre la Integración y el Nacionalismo Económico

Canadá y México acusan a Washington de romper el espíritu de cooperación que dio origen al pacto trilateral.


La relación comercial entre Canadá, México y Estados Unidos atraviesa un momento de tensión renovada tras las recientes decisiones de la administración Trump, que han reconfigurado las reglas del comercio norteamericano. Lo que alguna vez fue un bloque sólido bajo el paraguas del T-MEC se encuentra ahora bajo presión por la imposición de nuevas barreras y exigencias, que amenazan con frenar el flujo de bienes y servicios que ha sostenido a las tres economías durante décadas.

La Casa Blanca ha endurecido su postura, aplicando aranceles y revisando acuerdos clave con el argumento de proteger la industria y el empleo estadounidenses. Sin embargo, estas medidas han generado fricciones inmediatas: Canadá y México, principales socios comerciales de Estados Unidos, acusan a Washington de romper el espíritu de cooperación que dio origen al pacto trilateral. En Ottawa, el gobierno ha advertido que responderá con contramedidas proporcionales, mientras que en Ciudad de México se multiplican las voces que piden una estrategia diplomática y económica más firme para evitar un impacto severo en sectores clave como el automotriz, el agrícola y el manufacturero.

Los expertos advierten que la dinámica actual podría desencadenar una escalada comercial similar a la vivida antes de la modernización del antiguo TLCAN, con cadenas de suministro interdependientes en riesgo de fractura. Para México, el reto es aún mayor: su economía, profundamente ligada a la estadounidense, podría resentir un golpe directo en sus exportaciones y en la inversión extranjera. Canadá, por su parte, teme que la ruptura de acuerdos ponga en peligro su sector energético y su acceso preferencial al mercado estadounidense.

Más allá de las cifras, el conflicto refleja un cambio en la concepción del comercio internacional por parte de Estados Unidos, donde la lógica de la integración regional está cediendo terreno a un nacionalismo económico cada vez más marcado. El futuro del T-MEC, y con él la estabilidad comercial de América del Norte, dependerá de si los tres países logran encontrar un nuevo equilibrio antes de que las tensiones se traduzcan en una ruptura más profunda. En este tablero, las negociaciones que se den en los próximos meses serán decisivas para definir no solo el rumbo económico de la región, sino también su papel en un escenario global cada vez más fragmentado.

 

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