Instagram ha introducido una nueva función de mapas que, lejos de ser recibida con entusiasmo universal, ha encendido alarmas sobre la privacidad de sus usuarios. La herramienta permite ver, en un mapa interactivo, las ubicaciones desde las que se han publicado fotos y videos, ofreciendo a terceros la posibilidad de trazar patrones de actividad y presencia física con un nivel de detalle que antes no estaba tan expuesto. Aunque la compañía sostiene que esta función busca “descubrir lugares y experiencias cercanas”, expertos en ciberseguridad advierten que también podría facilitar el rastreo no autorizado, el acoso o incluso delitos físicos si la información cae en manos equivocadas.
La preocupación radica en que, en la era de la sobreexposición digital, la geolocalización en tiempo real o cercana al momento de la publicación abre la puerta a riesgos significativos. Usuarios que desconocen cómo administrar sus ajustes de privacidad pueden, sin saberlo, estar compartiendo información sensible sobre sus rutinas, lugares frecuentados o incluso su domicilio. Esto adquiere mayor gravedad en un contexto donde los datos personales son cada vez más codiciados por anunciantes, hackers y actores malintencionados.
Especialistas recomiendan verificar de inmediato la configuración de la cuenta, desactivando el historial de ubicaciones y revisando los permisos de geolocalización en el dispositivo móvil. También sugieren evitar etiquetar ubicaciones precisas en tiempo real y optar por compartir contenido con retraso o con ubicaciones genéricas. En este escenario, la alfabetización digital y la conciencia sobre los riesgos asociados a las funciones “interactivas” se vuelven imprescindibles para navegar con seguridad en redes sociales.
Más allá de la novedad tecnológica, la nueva función de mapas de Instagram es un recordatorio claro de que la línea entre lo público y lo privado es cada vez más difusa. En un ecosistema digital donde la visibilidad se premia con likes y alcance, proteger la propia seguridad requiere no solo de herramientas técnicas, sino de un criterio informado y, sobre todo, de la voluntad de sacrificar un poco de inmediatez a cambio de resguardar la intimidad.